Fluir...

De vez en cuando, todos deberíamos sentarnos unos minutos a observar el fluir del agua: ya sea en ríos, mar o incluso la llave del grifo abierta por los niños del barrio que muertos de calor imaginan una lluvia veraniega de par en par.

Este pequeño ejercicio meditativo, permitirá al observante, reflexionar e incluso crear en su imaginación una metodología de actuares cotidianos que, en conjunto con el devenir mismo de la vida, ayudará a entender (aunque sea un poco) que lo mejor es no controlar absolutamente nada porque simplemente la vida se encarga a cada segundo de hacernos saber, y a ratos comprender, que lo que toca es, por ontonomasia, eso simplemente es.

Fluir, fluir, fluir... El gran aprendizaje de la vida.

Namasté!