Pensamiento en vísperas de estos 40 años...

En vísperas de esta fecha que sepultó bajo armas, tierra, montañas y mar el sueño de los que alguna vez quisieron un país realmente justo e igualitario, me produce un inevitable mareo y nauseas profundas. No he querido ver televisión porque de tanto libros leídos y documentales vistos en relación con el tema me siento totalmente colmada de sentimientos y cosas que ni siquiera con el discurso escrito puedo hacer visible. No obstante, es realmente importante que de una vez por todas las personas aún se niegan a creer lo que sucedió y que incluso justifican el cúmulo de situaciones acaecidas durante casi veinte años en "los avances económicos y financieros del país", se quiten la venda de los ojos, empaticen y sientan, por alguna vez en su puta vida, el dolor de cientos de familias chilenas han debido cargar en sus espaldas al saber que uno de sus seres queridos fue torturado, degollado, asesinado y perdido por la dictadura. Porque no me vengan con webadas de "la enseñanza de una historia que permita a los niños elegir su opción de lo sucedido", aquí se mató, aquí se torturó. Sí aquí mismo, ni a la vuelta de la esquina: en cada rincón de nuestro país alguna persona sufrió las terribles consecuencias de seres embargados de odio, intolerancia, resentimiento, menosprecio y, sobre todo de una profunda creencia errónea que dice relación con que el materialismo (no hablo en ningún caso del materialismo dialéctico), el dinero y el poder son mucho más válidos que los sueños por querer una sociedad  donde todos tengamos cabida, los mismos derechos y las mismas oportunidades.

En este nuevo "aniversario" de unos de los días más grises de nuestra historia, ¡ni perdón ni olvido señores! porque mientras recordemos y enseñemos a las futuras generaciones que la muerte de gente inocente con un ideal de vida justo no puede volver a suceder, ellos serán parte de nuestros historia. No permitamos que nunca, nunca más en Chile alguien deba morir por pensar diferente.