Hoy entre esas cosas extrañas que me han pasado últimamente, me sucedió una que me dejó un tanto reflexiva: de un tiempo a esta parte, he evidenciado basándome en diferentes situaciones, la conexión que tengo con los niños y niñas pequeños. No obstante, lo que supe hoy no supe bien como tomarlo: desde hace un tiempo, harto tiempo, me he vuelto vegetariana (volví a serlo después de casi cinco años), debido a un sin fin de cosas que darían para explicar mucho más que una entrada en mi bitácora de Loca. Y bueno, en la mañana, mientras tomaba mi mate matutino en el solcito conversando con la gualagüita, llegó su mamá y me contó que ella no estaba comiendo carne porque cuando se la daban decía que "estos pollitos murieron por mí, no es justo, los matan para que nosotras comamos, me siento mal". No sé si habrá visto ese video que circula en Internet o qué, nunca he dicho nada delante de ella, pero lo cierto que las reflexiones de una niña de cinco años en relación con el tema me han dejado pensando muchísimo.
Si bien, uno como adulto es totalmente consciente de lo que hace y lo que no, de lo que deja y lo que se va; una niña tan pequeña, necesita de ciertos nutrientes que derivan de la carne; empero, su nivel de raciocinio (que con creces ha demostrado que es de una niña con una inteligencia excepcional) llegó a tal punto que es capaz de empatizar con el dolor animal y rehusarse a comer este alimento.Es aquí donde surge mi pregunta: ¿qué hacemos como adultos? Pues por más razones que le han dado, ella está totalmente convencida que no podemos matar a otros seres vivos.
Qué difícil situación. Por mientras, le ofrecí a su mamá ir a comprar productos vegetarianos donde yo los compro e investigar sobre el tema, pues me declaro humildemente ignorante en esto.
Agradecería todo tipo de consejos y orientaciones.
Cariños y bendiciones para todo, Li.