comienzan, se abren.
Se abren furtívamente
en la rauda lentitud
del avistamiento,
del despegue.
Prepárese las transparencias,
déjese de lado los emblemas,
los títulos,
el sapiencial conocimiento citadito.
El colibrí quiere volar
¡dejarlo soñar!
que no hay peor secuela
que aquella nacida
de lo que alguna vez fue pensado, soñado
pero en términos cotidianos
nunca fue proclamado.
Unasemanaexactaparamitercerviajealavidanoobstanteestavezelvuelvoquedevuelvesolosabelavidaparacuándoes...






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