Septiembre inesperado

Hace días que venía pensando en una lluvia como la de hoy. Puros chubasquitos que más que lluvia parecían pequeñas gotas deslizándose por una ventana.

Desde que tengo uso de razón septiembre es un mes totalmente imprevisible, cambiante a su antojo, pero debo admitir que me gusta, hasta he llegado a pensar que las cosas inesperadas son las que más disfrutan y asombran. En realidad ahora que lo pienso (o más bien escribo), es así.

Qué ganas de pescar mi bicicleta y salir sin rumbo fijo, de perderme por ahí y no dar ni recibir noticias por un par de días, sin embargo, las responsabilidades de adulto a veces no lo permiten. Creo que necesito un buen viaje de esos inesperados, solitarios, pero sumamente mágicos. Estoy en el veremos, tratando de ver si la plata alcanza para mandarme a cambiar por unos días a San Rafael. No es tan imprevisto qué digamos, pues por algo lo sigo pensando. Lo extretenido y seductor de todo esto, es que sería mi primer gran viaje sin nadie que espere al otro lado, una escapada totalmente nueva y personal.

Me quedan algunos días para decidir, por mientras las labores me llaman. ¡Qué va! Ni trabajo ni que nada, la lluvia amiga no se ve todos los días.

Me voy con mi bici por ahí.

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Hace días que venía pensando en una lluvia como la de hoy. Puros chubasquitos que más que lluvia parecían pequeñas gotas deslizándose por una ventana.

Desde que tengo uso de razón septiembre es un mes totalmente imprevisible, cambiante a su antojo, pero debo admitir que me gusta, hasta he llegado a pensar que las cosas inesperadas son las que más disfrutan y asombran. En realidad ahora que lo pienso (o más bien escribo), es así.

Qué ganas de pescar mi bicicleta y salir sin rumbo fijo, de perderme por ahí y no dar ni recibir noticias por un par de días, sin embargo, las responsabilidades de adulto a veces no lo permiten. Creo que necesito un buen viaje de esos inesperados, solitarios, pero sumamente mágicos. Estoy en el veremos, tratando de ver si la plata alcanza para mandarme a cambiar por unos días a San Rafael. No es tan imprevisto qué digamos, pues por algo lo sigo pensando. Lo extretenido y seductor de todo esto, es que sería mi primer gran viaje sin nadie que espere al otro lado, una escapada totalmente nueva y personal.

Me quedan algunos días para decidir, por mientras las labores me llaman. ¡Qué va! Ni trabajo ni que nada, la lluvia amiga no se ve todos los días.

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