La música sonaba junto el teclado, tal cual las horas avanzaban raudas y silenciosas en el cuarto donde la locura era pan de cada día. Desde Lucybell, pasando por Manuel García y otros tantos, los momentos vividos se hacían presentes de forma pasajera, pero totalmente sensibles a los cinco sentidos.
La loca, por estos días un alma casi-en-pena-casi-en-muestra, evitaba dormir para seguir escuchando como la vida -su vida- le hablaba: qué hasta cuando con esto, qué dejara lo otro, qué las imbecilidades eran para otros instantes y que, en fin, se dejara de tanta ronronería y siguiera el curso de las cosas, que por cierto ya eran y debía aceptarlo, producto de su loca-olvidadiza-desatinada-ñoñezca vida.
Loquerías
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23:37
La música sonaba junto el teclado, tal cual las horas avanzaban raudas y silenciosas en el cuarto donde la locura era pan de cada día. Desde Lucybell, pasando por Manuel García y otros tantos, los momentos vividos se hacían presentes de forma pasajera, pero totalmente sensibles a los cinco sentidos.
La loca, por estos días un alma casi-en-pena-casi-en-muestra, evitaba dormir para seguir escuchando como la vida -su vida- le hablaba: qué hasta cuando con esto, qué dejara lo otro, qué las imbecilidades eran para otros instantes y que, en fin, se dejara de tanta ronronería y siguiera el curso de las cosas, que por cierto ya eran y debía aceptarlo, producto de su loca-olvidadiza-desatinada-ñoñezca vida.
La loca, por estos días un alma casi-en-pena-casi-en-muestra, evitaba dormir para seguir escuchando como la vida -su vida- le hablaba: qué hasta cuando con esto, qué dejara lo otro, qué las imbecilidades eran para otros instantes y que, en fin, se dejara de tanta ronronería y siguiera el curso de las cosas, que por cierto ya eran y debía aceptarlo, producto de su loca-olvidadiza-desatinada-ñoñezca vida.
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