Here and now!

Un tazón habitual de hierbas,
ha sido el predilecto durante las miles de horas compartidas y reflexivas
suscitadas tras años de lecturas y habladurías inconexas y destiladas por el siempre fiel destino.

Hoy,
ya no es manzanilla-miel el compañero viaje,
sino cualquier sabor que no posea un amargo tierral en sus sienes.
Podría ser menta,
boldo
o incluso algo de strawberries de un costo algo exótico para el bolsillo,
pero mágicamente endulzado
de manera de hacer más agradable la espera de las horas que trancurren presuntuosas
en el divino lugar de encuentros perdurables y ensoñados.

Indudablemente,
me declaro una adicta a todo cuanto tenga un dulzor acuoso, (lo que no significa que me guste todo lo pegajoso, es solo un alcance de terminología culta-barata)
que calme pensamientos
y acompañe la compañía.

Ahora preguntará señor-lector-de-blog:
¿qué cresta tiene de sentido este seudo escrito poemicoso?
Pues bien,
yo le diré simplemente...
deje de buscar un motivo para todo,
porque simplemente en este instante no lo hay,
lo que hay es pura y neta corriente de la consciencia y nada, abolutamente nada más...

Sin dudas camino por la senda del mañana
que repele olvidos y que surca por aquel camino soñado.
Sin pretextos desciendo por el furtivo entremes del sosiego
para quedar libremente cercana al que todos llamamos cielo.

Tropiezo al andar
con un susurro de antigua antagonía,
que me dice
tal cual es el resto
y que aquel es un empredrado.

Pero yo
con la vista al frente
y las armas de paz en las manos,
siembro en mi andar
el camino de paz,
un vaivén cristalino
acompañada de un siempre bienvenido (bien-venido)
amareto de tus caderas,
sour de mis desdichas
y whiski
de mis quimeras...

En las eras relativas al saber, no existe la plena consciencia de lo acaecido, en cambio cuando el sentimiento se hace presente, la vorágine de vivencias cimenta lo que quisiérase hubiese transcurrido.

En el mundo divino del hacer, no existen los titubeos ni menos el rasgo de un no hecho, pues lo ausente se vuelve presente tan solo con pensar en su presencia. He ahí cuando nace el presente.

De la unión de estos dos perpendiculares mundos (digo esto, pues en un punto no más posible de ser exacto, hacen de sus raíces una unión de matrices perfectas), nace más temprano que tarde (o más tarde que temprano, eso da igual), el corazón que da origen a una división geométricamente exacta de tú y su devenir.

Un día cualquiera sin mediar aviso, mas un fuerte y sublime compromiso, esa unión se hará carne y parte del mundo circundante. En ese preciso momento, la vida de todo aquel que se hace llamar humano cambia de un suácate, depende eso sí de que lo esté preparado para ti...

Una noche quise mirar las estrellas y sin querer pude ver tus ojos. Reías argumentando que el momento sería uno y cuando realmente lo quisieras. Por mientras, los que quedamos debíamos aprender ciertos motivos y comprender constelaciones ante los ojos ocultas. No me diste más razones.

Quería preguntarte cómo se veía la vida desde esos espejos vidriosos, con voces y sonidos sumbantes, mas desapareciste sin poder explicarme.

Hoy he pensando mucho en qué hemos de aprender estos dos personajes que decidiste escoger para volverte palpable, tangible y ser y, sin duda, muchos son los aprendizajes, las emociones y las necesidades.

Es cierto, fuimos por un momento de un único presente, mas siempre formaremos parte del universo, porque estás, llegaste para quedarte y sé volveremos a ser un todo cúbico, un complemento perfecto, parte y contraparte de una postura en directa unión con el sol...