
Todo aquel que alguna vez ha estado en las hermosas tierras magallánicas sabe lo que significa el gas para nuestros compatriotas. Con un frío que cala los huesos, un viento que muchas veces lleva a afirmarte hasta de los semáforos, es imposible no pensar en lo absurdo e irracional de una de las tantas medidas arbitrarias y poco coherentes propuestas por un gobierno que siempre habló de cambio.
Con un Chile llamado Santiago, donde miles de recursos son destinados para que la capital sea el centro de todo, una vez más las regiones quedan a la deriva y pagando los platos rotos de un centralismo exacerbado. Solo basta pensar en el daño que el proyecto Hidroaysén significa para gran parte de nuestro extremo sur y que tiene como único fin brindar energía a la zona central y casi exclusivamente a Santiago. Hermosos parajes cruzados por un interminable cablerío, miles de zonas inundadas, resulta por decir menos una gran y enorme estupidez.
Magallanes es una tierra mágica, de gente sencilla y aguerrida que hace patria día a día en una zona donde el clima resulta ser el peor, pero a la vez el máximo sueño de muchos. Siempre recuerdo ese frío que me calaba hasta el alma cuando salía a recorrer Punta Arenas, Puerto Natales y Porvenir y lo que significaba llegar a cualquier parte (hasta el más pequeño Kiosco) siempre calefaccionada, con cocinas y estufas funcionando día y noche, todo gracias al gas que no resulta ser un lujo en esta región, sino una necesidad vital, cosa que al parecer nuestro gobierno no logra comprender.
El gas es vida para todo magallánico, es un derecho porque simplemente es de ellos. Ya basta señor Piñera de pensar que Chile y sus cientos de kilómetros son una empresa en la cual las utilidades son prioridad (y por lo tanto mientras menos se gaste y más se reciba mejor), dejemos de pensar que Santiago es Chile. Cada rincón de estas tierras tienen sus propias necesidades. Magallanes y todos esos hermanos que hacen del frío su forma de vida merecen respeto.
No más medidas arbitrarias y absurdas, ellos necesitan del gas para vivir. Basta de reprimir la lucha por un recurso totalmente necesario, amenazando (como ha sido la tónica desde que asumió este señor) con enviar grandes contingentes de carabineros desde la capital para acallar lo que es totalmente justo. Basta de centralismo. ¡Santiago NO es Chile, carajo!
Con Magallanes en el corazón, ¡fuerza y a no rendirse, hermanos magallánicos!
Aguante la REPÚBLICA INDEPENDIENTE DE MAGALLANES, MIERDA!
Con un Chile llamado Santiago, donde miles de recursos son destinados para que la capital sea el centro de todo, una vez más las regiones quedan a la deriva y pagando los platos rotos de un centralismo exacerbado. Solo basta pensar en el daño que el proyecto Hidroaysén significa para gran parte de nuestro extremo sur y que tiene como único fin brindar energía a la zona central y casi exclusivamente a Santiago. Hermosos parajes cruzados por un interminable cablerío, miles de zonas inundadas, resulta por decir menos una gran y enorme estupidez.
Magallanes es una tierra mágica, de gente sencilla y aguerrida que hace patria día a día en una zona donde el clima resulta ser el peor, pero a la vez el máximo sueño de muchos. Siempre recuerdo ese frío que me calaba hasta el alma cuando salía a recorrer Punta Arenas, Puerto Natales y Porvenir y lo que significaba llegar a cualquier parte (hasta el más pequeño Kiosco) siempre calefaccionada, con cocinas y estufas funcionando día y noche, todo gracias al gas que no resulta ser un lujo en esta región, sino una necesidad vital, cosa que al parecer nuestro gobierno no logra comprender.
El gas es vida para todo magallánico, es un derecho porque simplemente es de ellos. Ya basta señor Piñera de pensar que Chile y sus cientos de kilómetros son una empresa en la cual las utilidades son prioridad (y por lo tanto mientras menos se gaste y más se reciba mejor), dejemos de pensar que Santiago es Chile. Cada rincón de estas tierras tienen sus propias necesidades. Magallanes y todos esos hermanos que hacen del frío su forma de vida merecen respeto.
No más medidas arbitrarias y absurdas, ellos necesitan del gas para vivir. Basta de reprimir la lucha por un recurso totalmente necesario, amenazando (como ha sido la tónica desde que asumió este señor) con enviar grandes contingentes de carabineros desde la capital para acallar lo que es totalmente justo. Basta de centralismo. ¡Santiago NO es Chile, carajo!
Con Magallanes en el corazón, ¡fuerza y a no rendirse, hermanos magallánicos!
Aguante la REPÚBLICA INDEPENDIENTE DE MAGALLANES, MIERDA!
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