De casinos... nah de nah!

Hoy con mi familia fuimos al casino Monticello. Tanta gente me había hablado del lugar y para sacarme el empacho de saber cómo cresta era, le dije ayer a mis papás que fueramos.
Es un lugar bastante grande, mucho más de lo que se ve por fuera, mucha gente feliz y apostando hasta los calzones. A pesar de que es el lugar prediclecto de cientos de personas, no me gustó para nada. Todo era tan falso, comenzando por la iluminarias que perfectamente podrían hacerte creer que es de día durante 24 hrs.

Ese afán de la gente por apostar me impactó. Yo no cachaba una y una señora que estaba al lado mio me comenzó a dar una verdadera clase del uso de las máquinas tragamonedas. Me decía que no podía apostar de tan poco, que ella con sus más de 30 años de juego ininterrumpido (comenzó a las 17 y ya tiene 54) sabía perfectamente cómo usar una máquina y que si yo no sabía debía haber preguntado. Muy amable la señora para instruirme, pero la verdad es que mientras más la escuchaba, más pena me daba al darme cuenta su adicción a las apuestas.

Me sentía tan extraña en ese lugar. Todo tan maleable, tan ficticio, tan arreglado que parecía casi el Edén del que tanto hablan los cristianos. Me dediqué mucho rato a mirar a las personas que ahí estaban, realmente todo tan turbio. Un tipo que no sé que cara me vio, me habló y casi salí arrancando.

Definitivamente me quedo con mis viajes sureños, con gente real, con montañas y bosques completos para ti solo. Me carga lo artificial, ese mundo que crean otros para dar la impresión de perfección, donde lo más importante no es quién seas, sino cuánto posees y puedes gastar. Qué triste es que lugares como este se conviertan en verdaderos paseos familiares, siendo que vivimos en un país tan hermoso y que lugares naturales y de ensueño abundan por doquier.

Cómo experiencia estuvo bien, conocer nunca es malo, pero realmente no es un lugar al que quisiera volver, sobre todo porque tanta falsedad me parece inhumano. Bueno, como dicen por ahí, cada loco con su tema y sin duda mi tema va por el disfrute de la naturaleza, mis adoradas infusiones de hierbas, el yoga y mi amado sur. De casinos... nah de nah!

Septiembre inesperado

Hace días que venía pensando en una lluvia como la de hoy. Puros chubasquitos que más que lluvia parecían pequeñas gotas deslizándose por una ventana.

Desde que tengo uso de razón septiembre es un mes totalmente imprevisible, cambiante a su antojo, pero debo admitir que me gusta, hasta he llegado a pensar que las cosas inesperadas son las que más disfrutan y asombran. En realidad ahora que lo pienso (o más bien escribo), es así.

Qué ganas de pescar mi bicicleta y salir sin rumbo fijo, de perderme por ahí y no dar ni recibir noticias por un par de días, sin embargo, las responsabilidades de adulto a veces no lo permiten. Creo que necesito un buen viaje de esos inesperados, solitarios, pero sumamente mágicos. Estoy en el veremos, tratando de ver si la plata alcanza para mandarme a cambiar por unos días a San Rafael. No es tan imprevisto qué digamos, pues por algo lo sigo pensando. Lo extretenido y seductor de todo esto, es que sería mi primer gran viaje sin nadie que espere al otro lado, una escapada totalmente nueva y personal.

Me quedan algunos días para decidir, por mientras las labores me llaman. ¡Qué va! Ni trabajo ni que nada, la lluvia amiga no se ve todos los días.

Me voy con mi bici por ahí.

De casinos... nah de nah!

Hoy con mi familia fuimos al casino Monticello. Tanta gente me había hablado del lugar y para sacarme el empacho de saber cómo cresta era, le dije ayer a mis papás que fueramos.
Es un lugar bastante grande, mucho más de lo que se ve por fuera, mucha gente feliz y apostando hasta los calzones. A pesar de que es el lugar prediclecto de cientos de personas, no me gustó para nada. Todo era tan falso, comenzando por la iluminarias que perfectamente podrían hacerte creer que es de día durante 24 hrs.

Ese afán de la gente por apostar me impactó. Yo no cachaba una y una señora que estaba al lado mio me comenzó a dar una verdadera clase del uso de las máquinas tragamonedas. Me decía que no podía apostar de tan poco, que ella con sus más de 30 años de juego ininterrumpido (comenzó a las 17 y ya tiene 54) sabía perfectamente cómo usar una máquina y que si yo no sabía debía haber preguntado. Muy amable la señora para instruirme, pero la verdad es que mientras más la escuchaba, más pena me daba al darme cuenta su adicción a las apuestas.

Me sentía tan extraña en ese lugar. Todo tan maleable, tan ficticio, tan arreglado que parecía casi el Edén del que tanto hablan los cristianos. Me dediqué mucho rato a mirar a las personas que ahí estaban, realmente todo tan turbio. Un tipo que no sé que cara me vio, me habló y casi salí arrancando.

Definitivamente me quedo con mis viajes sureños, con gente real, con montañas y bosques completos para ti solo. Me carga lo artificial, ese mundo que crean otros para dar la impresión de perfección, donde lo más importante no es quién seas, sino cuánto posees y puedes gastar. Qué triste es que lugares como este se conviertan en verdaderos paseos familiares, siendo que vivimos en un país tan hermoso y que lugares naturales y de ensueño abundan por doquier.

Cómo experiencia estuvo bien, conocer nunca es malo, pero realmente no es un lugar al que quisiera volver, sobre todo porque tanta falsedad me parece inhumano. Bueno, como dicen por ahí, cada loco con su tema y sin duda mi tema va por el disfrute de la naturaleza, mis adoradas infusiones de hierbas, el yoga y mi amado sur. De casinos... nah de nah!
  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • Twitter
  • RSS

Septiembre inesperado

Hace días que venía pensando en una lluvia como la de hoy. Puros chubasquitos que más que lluvia parecían pequeñas gotas deslizándose por una ventana.

Desde que tengo uso de razón septiembre es un mes totalmente imprevisible, cambiante a su antojo, pero debo admitir que me gusta, hasta he llegado a pensar que las cosas inesperadas son las que más disfrutan y asombran. En realidad ahora que lo pienso (o más bien escribo), es así.

Qué ganas de pescar mi bicicleta y salir sin rumbo fijo, de perderme por ahí y no dar ni recibir noticias por un par de días, sin embargo, las responsabilidades de adulto a veces no lo permiten. Creo que necesito un buen viaje de esos inesperados, solitarios, pero sumamente mágicos. Estoy en el veremos, tratando de ver si la plata alcanza para mandarme a cambiar por unos días a San Rafael. No es tan imprevisto qué digamos, pues por algo lo sigo pensando. Lo extretenido y seductor de todo esto, es que sería mi primer gran viaje sin nadie que espere al otro lado, una escapada totalmente nueva y personal.

Me quedan algunos días para decidir, por mientras las labores me llaman. ¡Qué va! Ni trabajo ni que nada, la lluvia amiga no se ve todos los días.

Me voy con mi bici por ahí.
  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • Twitter
  • RSS
Copyright @ [ Sueños en girasoles ] | Floral Day theme designed by SimplyWP | Bloggerized by GirlyBlogger