Queda un mes, sólo un mes para que estos 7 años de estudio de pregrado (incluídos los dos de educación diferencial en deficiencia mental y los 5 de básica) terminen.
El nervio me come. Por momentos cierro los ojos y recuerdo mis primeros momentos de universidad. Parece que fuera ayer, cuando miraba la lista de aceptados y nos reíamos leyendo los apellidos top, top (como dice Policarpo) y, entre ellos, el mío que nada tenía que ver.
Al final del camino, miles de esperanzas tengo para el futuro. Metas y proyectos que están por comenzar y que, a veces, me asustan, pero a la vez me mantienen alerta y esperanza por un futuro próspero que, de seguro, está por venir.
Cuento los días para terminar la infinidad de labores académicas que tengo. Tal vez, muchas más de las que quisiera para tan pocos días. Pero hay un desafío mayor, por el cual, aunque a veces decaigo, me levanto y sigo... esa meta que me espera allá lejos, en Concepción. Una meta que imaginé, pero nunca tan luego.
Sin duda haber sido preseleccionada es un reconocimiento a mis años de esfuerzo y amor por lo que hago.
Un futuro me espera. Un mañana sureño, tal como desde siempre lo soñé.
Tengo miedo, pero el miedo es el primer paso para lograr mi más grande sueño en la vida... mi título profesional.
Mientras tanto, seguiré inmersa en los Derechos Humanos, la Ética, la relación amor-odio que tengo con mi práctica de mención, la Investigación-acción, la Doctrina Social de la Iglesia (después de todo, no fue tan malo el odiado teológico), mi querido Taller de Braille, el programa radial, mis clases en diferentes Postítulos y mi primer trabajo oficial de profesora en Coaniquem, en espera que, en un mes más, pueda gritar a los 4 vientos que soy una egresada de Pedagogía y, en dos meses más, que soy una Docente Titulada de la UC!
El nervio me come. Por momentos cierro los ojos y recuerdo mis primeros momentos de universidad. Parece que fuera ayer, cuando miraba la lista de aceptados y nos reíamos leyendo los apellidos top, top (como dice Policarpo) y, entre ellos, el mío que nada tenía que ver.
Al final del camino, miles de esperanzas tengo para el futuro. Metas y proyectos que están por comenzar y que, a veces, me asustan, pero a la vez me mantienen alerta y esperanza por un futuro próspero que, de seguro, está por venir.
Cuento los días para terminar la infinidad de labores académicas que tengo. Tal vez, muchas más de las que quisiera para tan pocos días. Pero hay un desafío mayor, por el cual, aunque a veces decaigo, me levanto y sigo... esa meta que me espera allá lejos, en Concepción. Una meta que imaginé, pero nunca tan luego.
Sin duda haber sido preseleccionada es un reconocimiento a mis años de esfuerzo y amor por lo que hago.
Un futuro me espera. Un mañana sureño, tal como desde siempre lo soñé.
Tengo miedo, pero el miedo es el primer paso para lograr mi más grande sueño en la vida... mi título profesional.
Mientras tanto, seguiré inmersa en los Derechos Humanos, la Ética, la relación amor-odio que tengo con mi práctica de mención, la Investigación-acción, la Doctrina Social de la Iglesia (después de todo, no fue tan malo el odiado teológico), mi querido Taller de Braille, el programa radial, mis clases en diferentes Postítulos y mi primer trabajo oficial de profesora en Coaniquem, en espera que, en un mes más, pueda gritar a los 4 vientos que soy una egresada de Pedagogía y, en dos meses más, que soy una Docente Titulada de la UC!
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