Después de que ayer no quisiera poner un solo pie en la calle por el miedo y la culpabilidad que sentía, hoy fui a ver a mis niños del hospital, pues hace dos semanas no iba y de verdad estar con ellos me hace ser feliz (además de permitirme olvidar por un segundo lo que estaba pasando). Cuando llegué había solo 5 de ellos en la sala de pedagogía, pues los demás estaba todos con parainfluenza (o algo así), así que jugué un ratito con Benjita y Oscar y de ahí estuve hasta las 2.30 por Milenka (la niña de la foto) conversando y jugando a dibujar mariposas, flores, autitos, trenes y la letra A (subo, bajo, me devuelvo y colita...), no quiería venirme y ella tampoco lo quería, pero me esperaban en casa así que tuve que partir, prometiéndole por supuesto, que volvería el domingo que viene con una vaquita, un tren y una micro para que las conociera.
Luego, se me pasó el día pensando como contarle a la profesora lo sucedido, y bueno, el momento llegó a las 22.00 PM cuando por teléfono le conté lo sucedido, asumiendo todo lo que podía pasarme, y bueno, no fue tan terrible como pensé, ella me dijo que me calmara y que buscáramos juntas una solución pues no sería ni la primera ni la última persona a quien le pasara. En definitiva, la lección del día es: Los niños son los seres más hermosos del mundo que con su sonrisa y cosas tan pequeñas te hacen la persona más feliz del universo y, lo mejor es siempre hablar con la verdad y en cuanto te ocurran las cosas, pues así te evitarás pasar días completos sin poder dormir y comer bien y con un dolor de guata y nerviosidad, que de verdad, no se los doy a nadie...
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