El sabor amargo de la hierba en pocillo de greda, resulta ser más dulce hoy que la primera vez en que quiso probar algo de la historia de ese vagabundo más extraño y disimil a ella que había conocido.
Con algo de naranja y odiando lo no-dulce, decidió sin más idea que un futuro posible, que quería caminar ese camino de baldosas dispares y maravillosamente llamativas. No sabía que deparaba la historia, ni menos que los bailes que la esperaban serían un campo lleno de sueños y esperanzas que la haría sentir dichosa y feliz.
Tal loca como enferma-de-pálida, se inmiscuyó como testigo de fumadas cercanas con hierbas mágicas no prendidas por ella, con un tabaco en la mano y un par de anhelos en la otra.
Bailando en el metro, como siempre, hoy es parte de la historia más increíble que pensó, llena de proyectos de par y con un patio que cada vez se hace más pleno y loco, pero total... esa locura es lo que únicamente la vuelve feliz cada vez que comparte los sueños de una cucharita dulce y completamente suya.
Felices 11 meses, pollito de mi patio más loco. Gracias por esta felicidad inmensa que me das día a día... con algo de manjar, vainilla, mate y manzanilla...