- Un día domingo no es igual al pasado, ni parecido al futuro- decía el viejo colgante a su amigo de viajes.
- Claro está que los momentos son únicos y sólo depende de quien los vive, hacer de estos instantes perpetuos-, respondía aquel par de zapatos viajero.
Siendo los dos, los únicos objetos que aquel viejo hombre llevaba consigo cada vez que decidía volar, conocían todas las mañas, todos los sueños y más de algún secreto del pobrecillo hombre de andar constante. Sin embargo, aún desconocían el futuro que deparaba al sujeto en cuestión. Lo que no sabían que era que, justamente, ya estaban por averiguarlo. Cómo? Ni ellos mismos lo imaginaban, pues esa es ciertamente, la magia del destino... hacer aparecer de pronto todo un futuro, a sabiendas que ese venidero porvenir, sólo es causado por las acciones alguna vez cometidas en el ayer: los andares, los caminos y todo cuanto se ha vivido desde el presente hasta ese olvidado, pero latente pretérito en un segundo.
- Claro está que los momentos son únicos y sólo depende de quien los vive, hacer de estos instantes perpetuos-, respondía aquel par de zapatos viajero.
Siendo los dos, los únicos objetos que aquel viejo hombre llevaba consigo cada vez que decidía volar, conocían todas las mañas, todos los sueños y más de algún secreto del pobrecillo hombre de andar constante. Sin embargo, aún desconocían el futuro que deparaba al sujeto en cuestión. Lo que no sabían que era que, justamente, ya estaban por averiguarlo. Cómo? Ni ellos mismos lo imaginaban, pues esa es ciertamente, la magia del destino... hacer aparecer de pronto todo un futuro, a sabiendas que ese venidero porvenir, sólo es causado por las acciones alguna vez cometidas en el ayer: los andares, los caminos y todo cuanto se ha vivido desde el presente hasta ese olvidado, pero latente pretérito en un segundo.